“No llegamos a encontrar el verdadero gozo de la
Navidad al apresurarnos y correr de aquí para allá para hacer más cosas.
Hallamos el verdadero gozo de la Navidad, cuando hacemos del Salvador el punto
central de la temporada.”
(Thomas
S. Monson; El verdadero gozo de la Navidad, Devocional de Navidad de la
Primera presidencia, 2013)
¿Quién no se ha sentido abrumado alguna vez en Navidad? ¿Cómo es posible
que el tiempo más maravilloso del año pueda llenarnos de stress? Se acerca el
día y aumenta la sensación de “No voy tener todo listo”. Tengo una lista de las
cosas que “Tengo que hacer” y otra de
las que “Quiero hacer” y, por lo
general, gana la primera.
Esta mañana vino a mi mente la estrella de Navidad. Para unos pocos fue
una noche maravillosa, para otros fue un día lleno de “cosas por hacer”: Belén,
un pequeño pueblo cerca de Jerusalén, era el centro de gran actividad. Imagino
lo que esa época significó para los comerciantes, los dueños de los mesones y
la ciudad en sí misma, ¡cuánta agitación! Estaban tan sumidos en el “stress” de
la ocasión que perdieron la belleza del momento; si tan solo se hubiesen
detenido a mirar el cielo estrellado, o hubiesen aguzado el oído para escuchar,
o se hubiesen detenido para ayudar, ¡cuán distinta hubiese sido esa noche
celestial! Allí, en lo alto, había una estrella nueva, anunciada desde tiempo
antiguo, donde todo el que quisiera mirar podía verla. Los magos la habían
buscado, esperando su aparición según la profecía, “y cuando vieron la
estrella, se regocijaron con gran gozo” (Mateo 2:10) Brillante y silenciosa los
guio hasta el niño por tanto tiempo esperado, y allí, le ofrecieron sus
presentes.
Ahora que se acerca el día de navidad me pregunto: ¿me pierdo en el
stress de la ocasión o miro hacia arriba para buscar la estrella que me
conducirá al Salvador? ¿Cuáles son mis presentes? Me llama la atención que, en
inglés, al referirse a los Magos, se les llama “Wise men”: los hombres sabios
¿Estoy usando con sabiduría mi tiempo, mis talentos, mis energías en esta
Navidad? ¿Me dirijo al humilde establo guiada por la estrella o me pierdo en el
bullicio de la ciudad ? ¡Qué fácil es
estar “afanada y turbada con muchas cosas” en lugar de escoger “la buena parte
que no nos será quitada”! (Lucas 10:41-42), esa buena parte que queda con
nosotros después que los adornos se han guardado y que nos acompaña el resto
del año; esa buena parte que queda con nosotros al perdernos en el servicio a
los demás, en dar en lugar de recibir y en emular el ejemplo de Cristo.
Qué mejor manera de disfrutar del espíritu de la Navidad que seguir el
consejo del presidente Thomas S. Monson:
“A medida que la temporada de Navidad
nos rodea con toda su gloria, que podamos, al igual que los Reyes Magos, buscar
una estrella brillante y especial para que nos guíe en nuestra celebración del
nacimiento del Salvador. Que todos podamos hacer el viaje a Belén, en espíritu,
llevando con nosotros un corazón tierno y atento como nuestro regalo al
Salvador.”
(Thomas
S. Monson; El verdadero gozo de la Navidad, Devocional de Navidad de la
Primera presidencia, 2013)
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